Capítulo 806
Alejandro besó a Ana directamente.
Este beso.
Dominante y prolongado.
Y como si estuviera castigando algo, el beso se intensificaba cada vez más.
Luego, probablemente porque conocían demasiado bien el cuerpo del otro, sabían qué partes eran sensibles y dónde encender el fuego.
Cuando todo se calmó, ya habían pasado dos horas.
Ana, exhausta, estaba en los brazos de Alejandro.
Después, el silencio fue más elocuente que cualquier palabra.
Los latidos del corazón se escuchaban especialmente claros y fuertes.
Cuando Ana recuperó su voz, le preguntó: —¿Qué somos ahora?
Alejandro, al escuchar esto, se tensó visiblemente. No respondió de inmediato, sino que esperó unos minutos antes de decir: —Antes de que nos divorciemos, seguimos siendo esposos; pensé que tú también querías tener relaciones sexuales.
El rostro de Ana cambió ligeramente, al final no dijo nada.
Probablemente porque realmente no tenía energías.
O tal vez porque sintió que no había necesidad de esperar nada.
Viendo que Ana no ha

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