Capítulo 870
Ana abrazó a Haila, sin decir nada.
Solo la acariciaba suavemente en la espalda.
Haila se recostó sobre el hombro de Ana y lloró durante un buen rato.
Poco a poco, su emoción se calmó, y con la ayuda de Ana, regresó a la cama.
Tal vez por tener a alguien a su lado, Haila se acomodó en la cama y rápidamente cerró los ojos para dormir.
Pero no dijo ni una palabra durante todo el tiempo.
Ana se quedó sentada al borde de la cama, apretando con fuerza la mano de Haila, como si al sostenerla, pudiera calmar algo de su miedo interior.
Al ver que la respiración de Haila se volvía más tranquila, Ana finalmente soltó un suspiro de alivio. En ese momento, pudo observar con calma a Haila.
En sus pestañas aún quedaban lágrimas no secadas, y su rostro estaba marcado por las huellas del llanto.
Todo lo que había sucedido esa noche sería una tortura que Haila no podría olvidar fácilmente.
Los chicos que le hicieron daño a Haila y a la otra chica, ¡deberían pagar por lo que hicieron

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