Capítulo 37 Claramente está empujando a su nieto hacia el fuego
Ángel hablaba con un tono severo, absolutamente inapelable, así que Baldomero no tuvo más opción que aceptar.
—Entonces, muchas gracias, señor Baldomero.
Ariadna, al ver la situación, entendió que no tenía sentido oponerse. Simplemente asintió y decidió que, una vez que salieran de allí, hablaría con Baldomero para dejarle claro que no necesitaba que la ayudara a encontrar a sus padres biológicos.
—Abuelo Ángel, es hora de tomar su medicina.
Ariadna tomó el medicamento de las manos de Baldomero. Bajo la olla, estaba volteado un pequeño cuenco. Vertió el remedio en él con cuidado y lo acercó a los labios de Ángel.
—Cuando vine, Julia me dejó bien claro que usted tenía que tomárselo todo. Luego debe descansar tres días para recuperarse, y después de dejar pasar dos días, ya podrá operarse.
—Este remedio es un poco amargo, pero el abuelo no es un niño, seguro que será muy valiente, ¿verdad?
Ariadna habló con una voz suave, casi como si estuviera consolando a un niño.
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