Capítulo 52
Regresé a la habitación para seguir descansar, pero me detuvo en seco cuando entré. No tenía nada decente para conocer a los padres de Herbert. Salí corriendo hacia la entrada y mientras me ponía mis zapatos, Miranda trató de detenerme.
—Señora, el señor Wharton se enojara mucho conmigo si la dejo irse.
—Me aseguraré de decirle que fui yo quién te insistió. Miranda, no tengo nada de ropa, ¿sabes lo importante que es una primera impresión? No quiero que se queden con una mala imagen de mí.
—Entiendo, señora, yo la acompañaré entonces.
—Oh, gracias, Miranda, eres un ángel —le dije y juntas nos fuimos al centro comercial.
Cuando regresamos con muchos bolsas hasta los codos llenas de ropa, zapatos y carteras, nos encontramos con Herbert sentado en el sofá.
—Señora Wharton, ¿ya regresó? —soltó Miranda con miedo.
—¿A dónde fueron?
—Fuimos de compras con la señora...
—¡Te dije que no podía salir! —dijo Herbert con severidad, fulminándola con la mirada. Miranda agachó la cabeza.
—

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