Capítulo 9
En el Aeropuerto de Auckland, la megafonía anunciaba los vuelos que llegaban.
A lo lejos, Rosa vio a María y su familia agitando sus manos con entusiasmo.
Corrió hacia ellos y al ver sus rostros sonrientes, su melancolía se disipó.
—¡Tía María, Alejandro, Isabel!
Aunque Isabel, de diez años, la veía por primera vez, ya había oído hablar tanto de Rosa por su madre que se lanzó a sus brazos en cuanto la vio.
—Rosa, ¿te cansaste en el avión? ¡Te daré un masaje!
Alejandro se acercó para tomar su equipaje mientras Isabel presionaba sus manitas regordetas sobre las piernas de Rosa.
Mirando el rostro inocente y adorable de Isabel, Rosa se conmovió y la levantó en brazos.
—No estoy cansada, pero Isabel, tú has estado esperando aquí dos horas, ¿te has cansado, verdad?
—¿Cómo me voy a cansar esperándote? ¡Yo te quiero mucho, Rosa!
Dicho esto, Isabel le plantó un beso en la mejilla.
Rosa sonrió, sus ojos se curvaron como lunas crecientes.
María tomó a su hija de un brazo y c

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