Capítulo 105 Arrodíllate y pide ver
Silvia todavía tenía que ir a otro hospital a ver a Esther y no quería hablar más con esta persona, así que se dio la vuelta para irse.
—Mi padre y esa señora Lorena de verdad te quieren. Por ti, mi padre vino personalmente a la empresa a buscarme. —se rió Ángel con desprecio. —Quieren que te cases con la familia Pérez, pero yo no quiero una mujer que no se respeta a sí misma.
Silvia cerró los ojos un momento y decidió hablar con franqueza.
Miró dentro del coche: —Así que, Presidente Ángel, será mejor que me deje en paz y no siga obstaculizando mi búsqueda de empleo. Si no encuentro trabajo y no puedo sobrevivir, solo me queda ir a llorarle al señor Emilio y a la señora Lorena.
—Puede que también les diga que mi mala salud actual es culpa tuya y de Alicia. De ser así, Alicia tendría aún más difícil entrar en la familia Pérez.
El rostro de Ángel se congeló en un instante, sus ojos oscuros ardían con una furia ilimitada: —Silvia, ¿acaso quieres morir?
—No quiero morir, pero hasta los ani

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