Capítulo 111 En Ciudad Brillante, no hay nada que temer.
¿Por qué siempre es así?
Cada vez que se encuentra en la situación más humillante y desesperada, él está allí para verlo. Es como si, sin su protección, ella no pudiera vivir dignamente.
Ángel se quitó la chaqueta del traje y se la arrojó a Silvia sin ceremonias.
El aroma amaderado de su perfume, elegante y caro, hizo que Silvia no pudiera levantar la cabeza.
Por suerte, Ángel seguía siendo tan altivo como siempre, sin mirarla dos veces, y se dirigió hacia el Presidente Alonso.
Presidente Alonso se levantó del suelo maldiciendo: —¿Quién diablos es? ¡Cómo se atreve a arruinar los planes de jefe! ¿Quiere morir... ah!
Carlos levantó el pie y lo pisoteó de nuevo al suelo antes de que pudiera levantarse por completo. Con una sonrisa amable, le dijo: —¿En frente de quién te llamas "jefe"? ¿Eh, Alonso?
El Presidente Alonso luchó por levantar la cabeza y, al ver a Carlos, su rostro inicialmente lívido se volvió blanco de inmediato: —Carlos, Carlos...
Ángel se acercó a Carlos y encendió un c

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