Capítulo 72 Haciéndolo romper sus propias reglas
La habilidad de Ángel superaba con creces la del instructor. Con él, Silvia volaba sobre el mar, el agua salpicándole el rostro, haciéndole imposible abrir los ojos. ¡La adrenalina se disparaba!
—¿Te diviertes?
Ángel, viendo su entusiasmo reflejado en el enrojecimiento de sus orejas, movió su manzana de Adán y, de repente, le mordió el cuello.
Silvia, por reflejo, encogió el cuello. En ese momento estaba demasiado excitada, con el corazón latiendo a mil por hora, sin tiempo para prestar atención a su gesto ni para responderle.
Pero sí, realmente se estaba divirtiendo.
¡Era extremadamente divertido!
Incluso descubrió que amaba esa sensación de separación entre cuerpo y alma. En ese instante, no pensaba en nada; desde los dedos de los pies hasta la punta del cabello, todo lo que sentía se reducía a una sola palabra.
¡Placer!
Ángel preguntó perezosamente: —¿Quieres ir más rápido?
Los ojos de Silvia brillaron: —¿Se puede ir más rápido?
Ángel sonrió, giró el acelerador y aumentó la veloc

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