Capítulo 1016
"Ugh..." protestó el Conejito Blanco.
Sinceramente, no esperaba que Nixon actuara tan repentinamente.
Ella trató de apartarlo, pero Nixon la sujetó con fuerza y la empujó hacia el sofá más cercano. Su fuerza era tan abrumadora que ella no pudo soltarse.
Nixon le arrancó la ropa brutalmente.
El Conejito Blanco sintió que se estaba desmoronando.
Ella esperaba que Nixon hiciera algo, pero nunca pensó que llegaría tan lejos.
—¡Nixon! —gritó finalmente el Conejo Blanco, liberado del beso de Nixon.
Sus labios encontraron el hueco de su cuello, su impulsividad alimentaba su pasión.
No prestó atención a los sentimientos del Conejito Blanco.
Tal vez, en la opinión de Nixon, El Conejo Blanco estaba allí para disfrutarlo.
Así eran todas las mujeres para él.
Y el Conejito Blanco no sería diferente.
—¡Nixon! —volvió a llamarlo Conejo Blanco.
Sin embargo, Nixon parecía no haber oído nada. Su boca, sus manos, su cuerpo... nada de esto descansó ni un segundo.
Los ojos del Conejito Blanco se apretaron

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