Capítulo 357
La sombra que se cernía en los ojos de Samuel advertía a Linda de los riesgos que corría. Este no era un hombre que concediera favores a la ligera, y todo lo que quisiera tendría un alto precio.
Después de una pausa, Linda irguió los hombros y miró a Samuel a los ojos con una determinación renovada. —¿Qué quieres que haga?
Los labios de Samuel se curvaron en una sonrisa lenta y siniestra que la dejó helada hasta los huesos.
—Bien —murmuró, con satisfacción destilando su voz—. Lo sabrás muy pronto. Los ojos de Linda se abrieron ligeramente, dejándola momentáneamente sin palabras mientras el silencio entre ellos se extendía, denso e inflexible.
Finalmente, Linda respiró profundamente y, con determinación en la voz, dijo: “Está bien, estoy de acuerdo”.
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Robert llevó a Eleanor en coche hacia Williams Court. Cuando se acercaban a la entrada principal, apareció una figura parada en el camino de entrada, bloqueándoles el paso. Eleanor entrecerró los ojos y su mirada se agudizó.
¿Podría ser

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