Capítulo 508
Sin decir otra palabra, Eleanor condujo a los dos niños de regreso a su habitación, con pasos firmes y expresión ilegible.
En cuanto entraron, sonó el teléfono fijo: fuerte, agudo e insistente, rompiendo el silencio como una alarma. Eleanor miró hacia él; su instinto ya sabía quién era.
Hazel Johan.
Su teléfono, dejado en la habitación el día anterior, no había recibido respuesta, por lo que ahora Hazel había recurrido al teléfono fijo.
Eleanor dudó sólo un instante antes de levantar el auricular.
—Susan, ¿¡a qué carajo estás jugando?!
La voz de Hazel Johan resonó por el altavoz como un cañón, tan fuerte que hizo que Eleanor se estremeciera. Frunció el ceño.
La diatriba apenas había comenzado.
¿Dónde demonios te metiste ayer? ¿Intentando esfumarte, eh? ¡Ni lo sueñes! ¡Te doy un paso, y tú te llevas un kilómetro!
“¡Todavía tienes trabajo que hacer, por si no lo recuerdas!”
Y por cierto, ¿has revisado Weibo? Estás en tendencia. Otra vez. Eliminar un tema como este cuesta una fortuna, y ¡

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