Capítulo 29 No es un embarazo
Yago parece estar perturbado por mi indiferencia; su mirada hacia mí es confusa.
Anteriormente, siempre era yo quien lo perseguía, y ahora, al decir de repente que no lo necesito, es natural que le resulte extraño.
Sin embargo, tal vez no comprenda que mi decisión no ha sido repentina.
De pronto se muestra irritado y me acorrala contra el lavamanos.
—¿Ya no lo necesitas? ¿A qué te refieres?
—Deberías saber que la señora López tiene muchos eventos a los que asistir; ¿cómo puedes decir que no necesitas nada?
Lo miro con indiferencia, sin mostrar emoción alguna en mis ojos.
Cuando más lo necesité, él no estaba, ¿y ahora que ya no lo necesito, insiste en dármelo?
—¿Por qué sonríes? —pregunta él, frunciendo el ceño con mayor intensidad.
Aprieto los labios y suspiro suavemente.
—Yago, ¿por qué insistes? Si quieres a una señora López digna, deberías elegir a Ana.
—Un collar de decenas de miles de dólares, el bolso más reciente y tu favoritismo, ella sería la más indicada.
—Ella sí que encajar

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