Capítulo 85
El vacío del corazón aún podía recuperarse poco a poco.
Pero el daño físico, en cambio, era permanente e irreversible.
Lucía se acurrucó en la cama, completamente aturdida.
Por suerte, el analgésico empezó a hacer efecto y, poco a poco, el dolor en el vientre dejó de ser tan intenso.
Aun así, seguía sintiendo frío, muchísimo frío.
Aquel frío la arrastró de golpe de vuelta a aquella noche de lluvia.
Esa puerta cerrada con fuerza…
Ese paraguas negro sobre su cabeza…
Esa mano que la sacó del barro…
Los golpes urgentes en la puerta despertaron a Lucía y ella se incorporó bruscamente en la cama.
La habitación vacía frente a sus ojos le recordó que solo había estado soñando.
Mientras se le iba la mente, los golpes en la puerta resonaron otra vez.
Más urgentes que antes y también más fuertes.
Tan, tan, tan, como si golpearan directamente en su frente, fastidiándola muchísimo.
Lucía miró la hora; ya pasaba de las doce de la noche.
¿Quién vendría a buscarla a esas horas?
Lucía aún no había teni

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