Capítulo 20

Valeria finalmente logró escapar. En aquella clínica privada, bajo las estrictas órdenes de Ricardo, Valeria era sometida a extracciones y transfusiones de sangre constantes, sin ningún horario fijo para dormir. Incluso le habían diseñado una máquina especial para extraerle sangre: cuando el aparato detectaba que el volumen de sangre en su cuerpo llegaba a cierto nivel, se activaba de forma automática. No le permitían comer, solo le administraban sueros para mantenerla con vida. Sentía que estaba perdiendo la razón. Y, aún más, que Ricardo estaba completamente loco, jamás imaginó que él pudiera llegar tan lejos por Sandra, hasta el punto de torturarla de esa manera tan cruel. Aprovechando el cambio de turno de las enfermeras, se arrancó como pudo las agujas y los tubos de su cuerpo y escapó, huyendo de esa prisión construida especialmente para ella. Pero estaba tan nerviosa que no se percató de que, no muy lejos del hospital, había un lujoso auto negro. El dueño del vehículo observaba