Capítulo 1515
En ese momento, él seguía con el dolor de cabeza. En esos últimos años, rara vez lo había sentido.
Pero desde que se encontró con esa niña, su cabeza había empezado a dolerle de forma intermitente.
Desde el principio, debería haberla dejado tirada en el aeropuerto, no haberse metido en asuntos que no le correspondían.
El chofer abrió la puerta del auto y Roberto bajó.
Vio a la niña en el suelo y caminó hacia ella con impaciencia.
La niña levantó la cabeza, con lágrimas y una gota colgaba de la comisura de los labios.
Él arrugó la frente y chasqueó la lengua. —Ya te dije que no soy tu papá, ¿por qué lo sigues diciendo?
La niña se incorporó y se sentó en el suelo, levantando su falda: en la rodilla habían raspones.
Sopló sobre la herida: si se soplaba el dolor, estas desaparecerían.
Roberto se agachó frente a la niña y echó un vistazo a la herida. —¿Duele mucho?
—No duele, no duele nada, yo soy muy fuerte.
Aunque decía eso, sus labios seguían temblando.
A su alrededor, los transeúntes mi

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