Capítulo 971
Roberto bajó la ventanilla del auto y, justo entonces, vio a Alicia sentada dentro, mientras Yago le tocaba la cabeza.
Esa escena, por donde se mirara, resultaba de lo más ambigua.
En ese instante, la mirada de Roberto se volvió completamente fría.
No pudo evitar tocar el claxon, y el sonido estridente retumbó de inmediato.
Alicia se sobresaltó por el ruido; al alzar la vista, se encontró con los ojos de Roberto, profundos como el abismo.
El ritmo de su corazón se aceleró notablemente y, por instinto, apartó la mano de Yago.
Al hacer ese gesto, Alicia sintió como si su secreto más oculto hubiera quedado al descubierto.
Yago se mostró algo sorprendido; al girarse, notó la presencia de Roberto y le dijo a Alicia, con indiferencia: —No te confundas, tenías algo en el pelo.
Abrió la palma de la mano, mostrando un trozo de hoja seca.
Alicia se quedó perpleja: —Quizá cayó de un árbol.
—Sí, así que no te confundas, no estaba acosándote. No tengo ese tipo de inclinaciones.
Tras decir esto, Yag

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