Capítulo 19
Ahora, María se dio cuenta de que no tenía ninguna habilidad especial. Todo lo que había aprendido en la escuela, lo había olvidado por completo.
El bullicio del supermercado la hacía sentir extraña y ruidosa, e incluso un poco asustada.
Elena, al verla perdida en sus pensamientos mientras miraba a la multitud, le tomó del brazo, —¡No pienses tanto, aquí estoy yo!
—Carli es mi ahijado, y con su madrina aquí, no dejaré que pase necesidades.
—Si yo tengo algo que comer, ustedes también tendrán. ¡No te preocupes!
Las palabras de Elena hicieron sonreír a María, disipando su incomodidad inicial.
Ambas empujaban el carrito de compras, eligiendo productos en los estantes.
De repente, una voz familiar resonó en el aire.
— ¡Mari!
Siguiendo la voz, María vio a Eduardo Rodríguez al otro lado del estante.
El hombre, alto y esbelto, estaba allí de pie, sus ojos oscuros brillando de alegría al verla. Sonreía ampliamente.
—¡Qué casualidad!
Elena, al ver a Eduardo, lo saludó con entusiasmo, —¡Hola, Ed

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