Capítulo 26
María tenía unos ojos almendrados, con doble párpado, muy oscuros y con pupilas de un negro profundo y limpio.
Debido a una ligera capa de niebla en sus ojos, cuando miraba a alguien, parecía que en su mirada se reflejaba un paisaje pintoresco, lleno de emociones.
Levantó la vista y miró al hombre que estaba muy cerca de ella, con una sonrisa llena de burla en los labios, —¡Claro! No soy digna de mencionar su nombre, tú eres el más adecuado para hacerlo. ¡Como un lamebotas como tú, no hay muchos en este mundo!
—Entonces, ¿por qué sigues aquí molestándome? ¡Ve y sigue lamiendo las botas de Leticia!
—¡Si no vas a lamerle ahora mismo, tu diosa se va a enojar!
No quería aguantar más.
Antes, amaba a Alejandro y estaba dispuesta a soportar todo lo que él le hacía.
Ahora, ya no lo amaba y no pensaba seguir consintiéndolo.
Mientras decía esto, apartó bruscamente la mano que la sujetaba por la barbilla, con una mirada llena de furia.
Parecía un espectro vengativo salido de una tumba para reclam

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