Capítulo 130
—Porque soy un recluso de reforma laboral, ¿no ves?
Alberto tenía una expresión relajada y su tono era despreocupado.
—Jeje, eso...
Lourdes se echó a reír sin poder evitarlo.
—No importa, ya estoy acostumbrado. Pueden verme como quieran, me da igual.
Alberto realmente ya estaba acostumbrado. Ahora solo pensaba en darle una lección a su exnovia, añadir algo de color a su boda y luego reconstruir la familia Rodríguez en el centro de salud familiar, y estar con Valeria.
No le importaba si los demás lo miraban bien o mal.
—Vaya, sí que eres tranquilo.
Lourdes sonrió y sacudió la cabeza. Tenía algo más en mente para preguntar a Alberto, pero decidió no hacerlo.
Algunas personas parecen despreocupadas y que no les importa nada, pero en realidad son sensibles. Seguir preguntando sería como hurgar en sus heridas.
—No hablemos de cosas tristes. Tú conduce, llévame a casa primero, ve despacio. De paso, te hablo de algunos temas de trabajo en el camino.
—Está bien.
Alberto puso en marcha el coche

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