Capítulo 48
—Amelia...
Hugo elevó aún más la voz: —¡Amelia, detente!
Sin embargo, Amelia parecía no haberlo escuchado, y continuó avanzando sin detenerse.
Hugo, apretando los dientes, se dio cuenta de que no tenía otra opción que actuar y gritó con furia: —¡Deténganla!
Cinco o seis guardaespaldas se movilizaron.
Avanzaron y bloquearon directamente el camino de Amelia, pero en el siguiente instante, Amelia levantó la pierna y pateó fuertemente a uno de ellos.
—¡Ah!
La velocidad de la patada de Amelia era tan rápida como un rayo, dejando a todos los presentes sin capacidad de reacción.
El guardaespaldas golpeado ni siquiera pudo mantenerse estable, se cubrió la cara y cayó hacia atrás.
En ese momento, todos quedaron algo confundidos, preguntándose qué había pasado justo ahora.
Amelia observó fríamente a los guardaespaldas, y con los labios apenas separados, dijo con seriedad: —Hace años que no practico, necesitaba ejercitar mis músculos.
Afortunadamente, desde pequeña su madre siempre le había dicho

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