Capítulo 79
Lamento y dolor.
Alejandro lamentaba haber llegado un paso tarde.
Amelia, con una leve mueca en los labios, miró involuntariamente a Felipe. ¿Acaso este hombre no comprendía el romanticismo?
Aunque parecía frío y distante, no era insensible cuando se trataba de ella.
La mirada severa de Felipe se posó sobre Alejandro mientras le decía fríamente: —Deja de aullar, o te vas de aquí.
De inmediato, Alejandro cerró la boca.
Su expresión divertida provocó la risa de los demás: —Vamos, enfrenta a Felipe.
—Exacto, adelante, te apoyamos.
¡Alejandro se enfureció!
Un grupo disfrutaba del espectáculo, avivando el fuego.
Toc toc.
La puerta del reservado fue golpeada repentinamente, atrayendo la mirada de todos hacia la entrada.
Una mujer de aspecto frágil y delicado empujó la puerta, y al ver a muchos hombres distinguidos, un destello de celos cruzó por sus ojos. Y esa mujer despreciable estaba sentada junto al hombre más guapo.
¿Cómo tuvo tanta suerte? ¿Qué tenía Amelia para merecer estos tratos?
E

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