Capítulo 20
Al día siguiente.
Cuando David abrió los ojos, la luz del sol, deslumbrante, ya se filtraba por el ojo de buey e inundaba la habitación.
Ya eran más de las nueve de la mañana.
Se dio unas palmadas en la cabeza; la última imagen grabada en su mente era el hermoso rostro de Bianca, junto con sus gritos y su resistencia.
¿Ella se había atrevido a drogarlo y escapar?
Hmph.
David curvó ligeramente las comisuras de sus labios, y de su garganta escapó un leve y grave resoplido.
Interesante.
Se levantó, se dio una ducha en el baño y, después de vestirse con un traje a medida perfectamente planchado, abrió la puerta de la cabina.
Pablo ya lo estaba esperando afuera.
—Jefe, buenos días.
Pablo hizo una leve reverencia y le entregó un teléfono.
—Su teléfono. Desde anoche hasta ahora ha recibido setenta y tres llamadas perdidas, todas de... la señorita Sandra.
David tomó el teléfono y, al ver la larga lista de llamadas perdidas en la pantalla, frunció el ceño apenas perceptiblemente.
—¿Qué pasó? —S

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