Capítulo 62
—Prométeme que, de ahora en adelante, no volverás a hacer una locura.
El tono de David no fue severo, pero llevaba una fuerza que no admitía réplica.
—De lo contrario, realmente me enojaré. No siempre podré llegar a tiempo.
Aún ahora, al recordarlo, sentía un leve escalofrío. Si hubiera llegado un minuto más tarde...
¿Habría sucedido...?
Sandra miró a David con la mirada perdida; las lágrimas le nublaban los ojos.
Asintió con fuerza.
—David, las acciones de la Corporación Altamira se desplomaron por mi culpa. ¿Qué vamos a hacer?
David se pasó una mano por el cabello. —No te preocupes, yo me encargaré. Descansa un poco; haré que te traigan algo de comer.
—Está bien.
Sandra se recostó obedientemente.
David salió de la habitación. Pablo estaba de pie junto a la puerta, con un gesto vacilante.
—¿Tienes algo que decir?
Pablo se apresuró a hablar: —¡La señora Bianca ya fue dada de alta!
—Ajá.
David asintió, sin mostrar emoción alguna. En realidad, no sabía qué más podía decir en ese momento.

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