Capítulo 96
Lucía contuvo a su caballo, miró cómo ese caballo desbocado se alejaba llevando a Bianca, y la sonrisa en su rostro se hizo aún más evidente.
Lucía resopló con desprecio en su interior.
Sandra, sería mejor que esa Bianca se estrellara y muriera. Una novata montando un caballo bravo, si no moría, quedaría lisiada.
Entonces, tú serías mi cuñada con toda la legitimidad.
Tener a la cuñada de una gran estrella, qué prestigio.
—¡Clop clop clop!
El apresurado sonido de cascos venía detrás.
Un magnífico caballo totalmente negro, como una flecha disparada, galopó hacia la dirección en que había desaparecido Bianca.
Bianca ya estaba aterrada hasta el alma.
El caballo no respondía en absoluto a órdenes; se internó de cabeza en el bosque cercano y corrió frenéticamente por un sendero borroso.
Ella solo pudo aferrarse con fuerza a las riendas; los nudillos se le blanquearon por el esfuerzo.
¡No podía caerse bajo ningún concepto!
¡Absolutamente no!
La áspera rienda le rozaba la palma de la mano hast

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