Capítulo 65 Se resolvió la urgencia inmediata
—¿Estás satisfecha?
Desde arriba le llegó la voz baja y grave de un hombre.
Nora alzó la vista y vio al hombre que, de pie detrás de ella, la observaba desde lo alto.
Su mirada sombría se detuvo en las finísimas líneas de encaje que adornaban la parte baja de su espalda. Su voz, densa y pesada, retumbó: —¿Te vestiste así para provocar este efecto? ¿Para que todos los hombres te deseen, te codicien?
Toda la dignidad y el orgullo de Nora parecieron ser empujados a un callejón sin salida en ese instante. Apretó los dientes en silencio y, a través del ventanal, sostuvo su mirada: —Lo hice para que tú lo vieras. Los demás solo pudieron babear de envidia, pero tú...
Giró ligeramente el cuerpo, se puso de puntillas y extendió una mano para intentar rodearle el cuello. Pero apenas levantó su brazo, la mano grande de él la apresó. Sus muñecas quedaron cruzadas y presionadas contra el cristal.
El frío del vidrio recorrió su piel, haciéndola estremecerse.
De inmediato, la mano ardiente de él se p

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