Capítulo 20
El sonido de la sirena de la ambulancia se fue apagando poco a poco.
La lluvia golpeaba la cara de Magdalena, mezclándose con sus lágrimas.
Ella se quedó de pie sobre el cemento frente a la puerta de la villa, con la sensación pegajosa de la sangre de Baltazar aún en las yemas de sus dedos.
Unos faros deslumbrantes rasgaron la cortina de lluvia.
El Maybach negro frenó bruscamente frente a ella, y Zacarías saltó del auto antes siquiera de abrir un paraguas, envolviéndola en sus brazos con su gabardina.
—Magdalena —Zacarías la apretó con fuerza—. No tengas miedo, te llevaré a casa.
Magdalena enterró la cara en su hombro, percibiendo ese aroma tan familiar.
El abrazo era tan fuerte que sus costillas le dolían levemente, pero, de forma extraña, le quitó el temblor.
Dentro del auto, la calefacción estaba al máximo y Zacarías envolvió a Magdalena en varias capas de mantas.
Solo entonces habló en voz baja: —Durante este tiempo, contacté a siete conglomerados y, junto con ellos, le arrebaté el

링크를 복사하려면 클릭하세요
더 많은 재미있는 컨텐츠를 보려면 웹픽을 다운받으세요.
카메라로 스캔하거나 링크를 복사하여 모바일 브라우저에서 여세요.
카메라로 스캔하거나 링크를 복사하여 모바일 브라우저에서 여세요.