Capítulo 20
En la sala de visitas de la prisión, Cristian miraba ansioso a través del grueso vidrio a Susana, que vestía el uniforme de la prisión y tenía el rostro demacrado y amarillento; le costó un poco reconocerla.
En los recuerdos de Cristian, Susana siempre mantenía la mejor imagen frente a él para complacerlo.
Pero ahora, Susana, que estaba frente a él, se había convertido en esta despreciable mujer.
Cristian no tuvo pensamientos adicionales y le preguntó sin rodeos a Susana qué era lo que quería decirle.
Durante el mes que llevaba en prisión, Susana ya había aprendido demasiadas reglas; ahora no se atrevía a buscar más problemas, así que habló.
—Emily sigue viva.
En el instante en que la taza de café se rompió contra las baldosas, Cristian oyó el sonido del hielo fracturándose en sus propios huesos.
Los labios de Susana aún se movían, pero aquellas sílabas se convirtieron enseguida en agujas afiladas que le punzaron las sienes. Apretó el celular con fuerza, y el vidrio reflejó su rostro d

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