Capítulo 6
Antes de perder el conocimiento, vi a Claudio fuera de sí.
Pateó el maletín del médico y, con la mirada encendida y los ojos enrojecidos, gritó: —¡Mentira! ¡¿Cómo le va a pasar algo a mi amada?!
—¡Cúrenla! Si no logran salvarla, ¡ningún médico de este hospital va a salir bien parado!
Con mi última gota de fuerza, tiré de la manga de su camisa.
—¿Puedes dejar libre a Daniela, por favor...?
Él me abrazó con desesperación, apoyando su cara sobre mi frente.
—Sí, te lo prometo. No tengas miedo, aquí estoy. No voy a dejar que te pase nada.
Al escuchar que le ordenaba al mayordomo que liberara a Daniela, por fin pude relajarme y me desmayé.
Cuando volví a abrir los ojos, habían pasado tres días.
Claudio tenía ojeras y la barba descuidada. Seguía arrodillado junto a la cama.
—¡Yoli, despertaste! Todo esto es culpa mía, por favor, no me dejes, ¿sí?
Su voz sonaba muy ronca, llena de dolor y arrepentimiento, hablando entre sollozos.
—Debí haberme dado cuenta antes de que algo no andaba bien. ¿Cóm

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