Capítulo 253
Lo que no sabía.
Después de salir del hospital, la luz roja del quirófano de urgencias brillaba intensamente.
Víctor, pálido, fue apresuradamente empujado hacia allí.
Cuando la señora Lorena lo vio llegar, corrió hacia él, gritando desesperada.
—¡Víctor, Víctor, el bebé se ha perdido! ¡Se ha perdido!
El rostro de Víctor se puso blanco, casi a punto de levantarse de la silla de ruedas, pero el dolor agudo en su abdomen hizo que gotas de sudor frío le cayeran de inmediato sobre la frente.
Se tapó el abdomen y, con dificultad, preguntó: —¿Qué ha pasado?
La señora Lorena agarró a Salvador, que estaba en la esquina del pasillo, y le gritó: —¡Que Salvador lo diga! ¡¿Qué ha pasado?!
Salvador, luchando por zafarse, dijo: —¡Ella se cayó por su cuenta! Sara y yo estábamos a punto de irnos, y ella nos siguió, pero se cayó...
¿Sara?
El rostro de Víctor se tornó aún más sombrío.
Salvador, tratando de defenderse, gritó: —¡Víctor, de verdad no fue Sara! ¡Ella se cayó por su cuenta!
Antes de que pudie

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