Capítulo 275
No escuché lo que seguía, como si de repente mis oídos hubieran sido tapados por una delgada membrana, y lo que decían las personas alrededor sonara borroso.
Mis ojos también comenzaron a nublarse, y mi cabeza zumbaba.
Vergüenza. Esta sensación me atacó con tanta fuerza por primera vez.
Como aquel año cuando tenía cinco años y mi madre me llevó a jugar a la casa de los vecinos, y durante el período de cambio de dientes, no pude resistirme a comer un pequeño pedazo de pastel y fui descubierta en el acto por el hermano mayor del vecino.
Oh, así que eres una pequeña niña que no se respeta a sí misma.
Oh, resulta que eres una ladrona, intentando tomar lo que no te pertenece.
Ja, ja, ja... Las risas burlonas en mi mente se hacían cada vez más fuertes.
Parece que escuché a Manuel decir un par de palabras, y luego me llevó fuera de la Casa Gómez.
Cuando estaba sentada en el coche, recobré la conciencia.
Manuel me miraba fijamente.
Me limpié los ojos: —Gomi, estoy bien.

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