Capítulo 312
En la terraza, Javier no dejaba de fumar, caminando de un lado a otro con la irritación claramente visible en sus ojos.
Carolina se acercó y, quitándole el cigarrillo de las manos, le reprendió: —Otra vez fumando. ¿No habías prometido que lo dejarías?
Javier respondió con ira: —No te metas en si fumo o no.
Su expresión, junto con su cabello desordenado, le daba la apariencia de una bestia furiosa.
Carolina miraba instintivamente hacia atrás. Nos vio a Anita y a mí conversando.
Mi expresión era de desánimo; cojí el móvil y luego lo dejé.
Anita intentaba persuadirme.
Carolina suspiró, cerró la puerta de vidrio de la terraza y luego se acercó a Javier.
Le preguntó en voz baja: —¿Qué sucede exactamente? ¿Es algo con Manuel y Sarita?
Javier exhaló con fuerza: —No. Ahora mismo no tengo tiempo para ocuparme de sus asuntos. De todos modos, le advertí a Manuel que si no se casa con Sarita, lo lamentará.
Una mirada violenta cruzó sus ojos.
Continuó: —Esta vez Manuel fue engaña

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