Capítulo 42
—Andrea, ¿cómo es que viniste sola? ¿Salvador no vino contigo? —Lucía miró a ambos lados, y al confirmar que Andrea había regresado sola, no pudo ocultar su sorpresa.
Andrea suspiró: —Se fue al pueblo pesquero a acompañar a la señorita Julia.
—¿Se fue a dónde? —Lucía quedó primero en shock, luego, su expresión se tornó impotente, llena de compasión.
La lámpara de cristal en la sala brillaba con una luz deslumbrante.
Antonio estaba sentado en el asiento principal del salón, con el rostro visiblemente sombrío. Al parecer, había escuchado la conversación entre madre e hija.
Antonio habló con expresión fría y tono severo: —¿Casada tantos años y todavía no puedes controlar su corazón? ...
Andrea contuvo el aliento. Sus manos, colgando a los costados, se cerraron con fuerza, y las uñas se le clavaron en las palmas.
La traición del ser amado, el reproche de los más cercanos... Ni el amor ni los lazos familiares estaban de su parte.
A veces, Andrea realmente quería preguntarle al cielo qué err

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