Capítulo 13
Alfredo arrugó la frente. —No la recibo. Que se vaya.
Un momento después, volvió a sonar la línea interna. La recepcionista habló con voz tensa: —Señor Alfredo, la señorita Rosario se niega a marcharse. Insiste en verle...
Alfredo ya se sentía irritado por todo lo relacionado con Jacqueline, y el que Rosario, quien tenía un parecido algo forzado con ella, insistiera en aparecer colmó su paciencia.
Con voz fría, le dio una orden al asistente: —Pidan a seguridad que "acompañe" a la señorita Rosario fuera del edificio. Y a partir de ahora, sin cita previa, no se le permite volver a poner un pie en Grupo Estelar.
En el comedor, el chef le sirvió como de costumbre la comida ligera y refinada que había comido durante años.
Alfredo tomó los cubiertos y probó un bocado, pero sintió que no tenía apetito alguno.
De pronto, recordó que Jacqueline era adicta a los sabores picantes.
Una vez, ella se metió intencionalmente en su ordenado estudio para comer un guiso picante. Los labios se le hincharo

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