Capítulo 15
La mirada de Bruno era tan fría como una cuchilla; su voz, grave y áspera: —No tienes derecho a nombrarla.
Sofía rompió en un llanto aún más desconsolado.
Pero ni Gabriel ni Bruno respondieron a sus quejas. En su lugar, se agacharon y comenzaron a recoger con sumo cuidado las cenizas esparcidas por el suelo.
Sus movimientos eran lentos, reverentes, como si estuvieran manipulando un tesoro invaluable.
Sofía, observando sus espaldas, habló con una mezcla de desesperación y rencor: —¡Alicia ya está muerta! ¿Acaso quieren perderme también? Bruno, sé que estuve mal al acusarla injustamente, ¡pero ya pedí perdón! ¿Realmente quieres llevarme al límite? Gabriel, ¿no eras tú quien siempre quiso encontrarme? ¡Ya me encontraste! ¡Yo soy tu verdadera hermana!
Las manos de Gabriel y Bruno se detuvieron. Levantaron la mirada lentamente, sus ojos eran fríos, distantes. Gabriel la observó con desdén y preguntó, con voz cortante: —¿Qué es exactamente lo que quieres?
Sofía apretó los labios, la voz entr

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