Capítulo 20
Marta se giró lentamente, su mirada fría barrió a Gabriel y Bruno con total indiferencia.
Su voz, suave pero distante, cargaba una frialdad tajante e irrefutable: —Lo siento, no conozco a esa tal Ali de la que hablan.
Los rostros de Gabriel y Bruno palidecieron al instante, en sus ojos se reflejaba incredulidad y un dolor profundo.
Corrieron hacia ella, con la voz temblorosa: —¡Ali, sabemos que eres tú! ¡No estás muerta! ¿Por qué no viniste a buscarnos? ¿Sabes por lo que hemos pasado todos estos años? ¿Sabes cuánto hemos sufrido? ¿Podrías volver con nosotros? Esta vez, te trataremos bien, de verdad.
Marta los observó, inmóvil, una leve sonrisa curvó la comisura de sus labios, sin calidez alguna.
Su voz era suave, pero cada palabra caía con el peso de una sentencia:
—¿La Ali de la que hablan era la hija adoptiva de la familia Pérez? Según tengo entendido, su vida fue un infierno, la enviaron a prisión durante tres años, entregada por su propio hermano y su novio. Sofía la humillaba sin

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