Capítulo 10
Óscar retiró la mirada con una sonrisa. —Te llevo primero.
Lorena se sentía algo cansada, y también le dolía la cabeza.
Sin embargo, le resultaba extraño: ¿cómo sabía Óscar que su empresa estaba cerca de Miraflores? ¿Acaso se lo había mencionado alguna vez?
¿O sería que Salvador se lo había dicho?
Al pensarlo, no pudo evitar reírse; era imposible que Salvador supiera dónde trabajaba.
Se recostó a un lado para descansar y, sin darse cuenta, se quedó dormida. Por eso, no se enteró de que el auto se había detenido frente a la villa.
Dos horas después, despertó al oír el sonido de hojas de papel al pasar.
Miró rápidamente por la ventana: ya estaba completamente oscuro.
Sacó su teléfono y vio dos llamadas perdidas; eran de su abuela.
Apurada, se volvió hacia Óscar y se disculpó: —Óscar, lo siento, me quedé dormida. ¿Por qué no me despertaste?
—Estás enferma, ¿no crees que sería demasiado cruel despertarte? Anda, entra. Le pedí al mayordomo del condominio que estableciera la contraseña: es t

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