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Capítulo 109

Fabiola ya era un poco robusta, y con el embarazo lo estaba aún más. Pero Ana, con una sola mano, la arrastró fuera del cuarto, mientras con la otra cubría la boca de Fabiola para impedirle gritar. Su movimiento fue tan rápido que ni siquiera Pablo alcanzó a ver lo que había hecho. Ana la llevó hasta la puerta y, con voz fría, la advirtió: —Tía Fabiola, si vuelves a alterar al abuelo Pablo, te haré daño. Fabiola la miró incrédula: —¡No te atreverías! Los ojos de Ana se endurecieron: —Si al abuelo Pablo le pasa algo, no hay nada a lo que no me atreva. En el mundo, Pablo era la última persona que realmente se preocupaba por ella, el único familiar que le quedaba. Cuando Belén murió, Ana era demasiado pequeña, incapaz de cambiar nada. Pero ahora, si alguien se atrevía a hacerle daño a Pablo, ella no dudaría en hacer lo que fuera necesario. Fabiola se estremeció, asustada por la determinación que vio en los ojos de Ana. Sin prestarle más atención, Ana se giró y regresó a la habitación. Mir

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