Capítulo 173
La persona que fue arrojada se rompió el brazo de un golpe; también sufrió una grave lesión en la cintura; a otro lo dejaron maltrecho, a Ana le golpearon la frente, y quién sabe si le provocaron una conmoción cerebral.
Esas personas habían secuestrado a Javier y seguían haciéndole daño; Ana atacó con gran ferocidad, queriendo resolverlo cuanto antes.
Eran cinco; ahora tres de ellos ya habían perdido la capacidad de luchar.
En la fábrica abandonada, el silencio duró un instante.
Ana no había aprendido ningún arte marcial; sus técnicas de combate las había desarrollado luchando contra las bestias en las montañas.
Con una salvajada pura, hacía que nadie supiera hacia dónde iría su siguiente golpe.
Cuando estuvo a punto de seguir atacando.
Ese hombre sombrío con venda en los ojos, sin que se supiera cuándo, apareció detrás de Javier; puso un cuchillo corto en su cuello y, con voz fría y lúgubre, dijo: —¡Alto, o lo mato!
Ana, que cada vez luchaba con más arrojo, de pronto detuvo su movimie

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