Capítulo 105
Cuando se aseguró de haberle limpiado bien la mano y notó que él no se había molestado, por fin se relajó.
Le soltó la mano con suavidad y preguntó en un tono muy suave: —Jefe Pedro ¿se siente un poco mejor?
Pedro bajó la mirada hacia su muñeca, la que ella acababa de sujetar.
Sus dedos eran largos y delgados, como enredaderas, y el calor de su piel parecía haberse filtrado a través de sus poros.
Lorena quería saber con urgencia cómo se sentía, así que volvió a preguntar.
—Jefe Pedro, ¿se siente mejor después de tomar las pastillas?
Él alzó la mirada y respondió con un simple: —Ok. —mientras movía la muñeca que ella había sujetado.
Lorena la soltó de inmediato. Frente a él no se atrevía a sobrepasarse, así que se apresuró a disculparse.
—Perdón, me desesperé un poco. Me alegra que esté bien.
El ambiente en el asiento trasero quedó en completo silencio.
Lorena no podía determinar si él seguía molesto o no.
Se sentó derecha y, esta vez, obediente, se colocó el cinturón de seguridad.
Pedr

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