Capítulo 867
Su vecina de al lado era Andrea, pero ella no sabía quién vivía en el piso de abajo.
Se dio la vuelta y, al escuchar la tos a sus espaldas, pensó por un instante y, aun así, murmuró: —Gracias.
Dicho esto, salió apresurada.
No se entretuvo más en la Hacienda Santa Lucía; bajó volando al vestíbulo y, tras encontrar a Benjamín, lo arrastró temblorosa hasta el auto.
Benjamín no preguntó nada en todo el trayecto; seguía abrazando dichoso entre sus brazos algo que había cogido de no se sabía dónde y se lo iba comiendo.
Lorena condujo hasta las inmediaciones de su urbanización, pero le costaba atreverse a subir.
Benjamín esperó con ella paciente dentro del auto durante media hora y luego preguntó: —¿No subes?
Ella permaneció pensativa en el asiento del conductor, recostando la espalda contra el respaldo.
Si subía y lo veía, ¿qué tendría que decirle?
Mientras no se resolviera lo de Ignacio, cada encuentro entre ellos estaría marcado por lo mismo.
Benjamín satisfecho se chupó los dedos, disfrut

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