Capítulo 11
De inmediato, toda la sala estalló en un clamor.
El murmullo de la multitud hizo a Ana.
Pero, al cruzar una mirada con su padre, se obligó a serenarse y, con paso firme, se lanzó hasta quedar frente a Carmen, bajando la voz.
—¡Carmen, ¿te has vuelto loca?! ¿No temes que, con lo que haces ahora, mande a tu hermano a la cárcel?
Al escuchar esto, Carmen sonrió.
Antes había traicionado a María precisamente porque Ana la había amenazado, y no fue hasta enterarse de la noticia de su muerte que comprendió cuánto odio, cuánta estupidez y cuánta ignorancia había en sí misma.
Era abogada, y el día que ingresó en la profesión juró defender la justicia.
Pero no lo había cumplido.
—Mi hermano atropelló a alguien borracho y debía ir a prisión. Y tú, que mataste a una persona, y tu padre, que te encubrió, también deberían estar en la cárcel.
Carmen lo apostó todo, incluso su futuro.
Ana se puso aún más pálida; desesperada, le agarró la mano.
—¡Carmen, Carmen! Solo tienes que admitir que esta grabació

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