Capítulo 453
Mientras haya esperanza, siempre es algo bueno.
Ángeles regresó al consultorio donde había estado antes. Rafael seguía acostado en la camilla, con las extremidades atadas y completamente inmóvil.
Fue Nancy quien lo había atado.
Desde que Rafael perdió la conciencia, había comenzado a correr descontrolado y a arrancarse las vendas, causando más heridas. Nancy no tuvo más opción que atarlo para evitar que sufriera más daños.
Era una medida desesperada.
Ángeles desinfectó las agujas de plata y comenzó a insertarlas una a una en los puntos de acupuntura en la cabeza de Rafael. Sujetó las agujas con los dedos y las movió suavemente. Durante el proceso, Rafael emitió algunos gritos y luego comenzó a agitarse violentamente.
—¡Ah!
Su voz era profunda y áspera, como el rugido de una bestia atrapada en una jaula.
Nancy, aterrada, dio un paso hacia adelante, instintivamente queriendo detenerla: —Debe ser por el dolor, ¿no? ¿No habré fallado al colocar las agujas? ¿Deberíamos parar

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