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Capítulo 408

Luisa también fue a la comisaría para hacer una declaración. Fabiola despertó cerca de las once de la mañana. Ella había terminado de declarar, entonces regresó a la habitación del hospital. Cuando abrió los ojos, sintió un fuerte mareo; su rostro se veía algo pálido y parecía cansada. Después de adaptarse a la luz, la mirada de Fabiola se posó sobre la silueta que se movía en la habitación. —¿Luisa? —Preguntó con voz ronca. —¿Despertaste? —Luisa le dijo. Fabiola puso cara de extrañada. —¿Esto es... un hospital? —Sí. —Luisa le acercó un vaso de agua. —Toma un poco de agua. Fabiola se incorporó apoyándose con la cama. Tomó el vaso que le ofreció Luisa y bebió un par de sorbos. —Mil gracias. Ella se sentó al borde de la cama, llena de preocupación. Le preguntó en voz suave: —¿Cómo te sientes ahora? ¿Estás mejor? Fabiola le dijo: —Me siento un poco mareada y con el cuerpo débil, sin fuerzas. ¿Por qué me siento así? ¿Por qué estoy en un hospital? Luisa respondió: —Anoche vi a unos hombres

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