Capítulo 51 La soledad es omnipresente
¿Dónde está solo el estímulo? ¿No resulta también extraño? Daniela reflexionó sobre las palabras que Alberto había pronunciado fuera de la sala de emergencias y preguntó con delicadeza: —¿Tu relación con tu padre... no es muy buena, cierto?
Alberto respondió: —¿Quién ha dicho eso? Nos llevamos estupendamente.
Daniela, aún más perpleja, inquirió: —Entonces, ¿por qué me comentaste que no importaba si no se salvaba el día que ingresaron a tu padre en el hospital?— Su indiferencia era palpable... de otro modo, ella no habría pensado tanto al respecto.
Alberto no pudo contener una risa: —Si no lo estimulo, ¿qué ocurriría si realmente se desmaya y no despierta? Se esfuerza por sobrevivir, temiendo que si fallece, mis hermanos se aliarán contra mí.
Daniela sonrió, aliviada: —Eres bastante afortunado, es evidente que tu padre ama realmente a tu madre.
Se dice que donde hay sombras, siempre hay sol, y probablemente sea así.
Pero para Daniela, la luz que llega tarde aún no la ha tocado

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