Capítulo 14
Antonio y Rebeca se fueron con la esperanza puesta en el nacimiento del nieto.
Ignoraban lo repugnante que se sentía Emiliano mientras yacía encima de Patricia.
No podía creer que sus padres llegaran a drogarlos por ella.
Eran sus padres, no podía hacerles nada, así que se desquitó con Patricia hasta dejarla hecha polvo en la cama.
—¡Ah! ¡Emiliano, suave! ¡Me duele, para!
Aquella relación sexual se prolongó durante horas; los gritos de Patricia se tornaron cada vez más desgarrados.
No había placer en lo que vivía; sólo la sensación de ser partida en dos, un ardor punzante en lo más íntimo.
Una bofetada le estalló en las nalgas.
La furia y la embriaguez de la droga mezcladas con deseo lo convertían en una bestia sin técnica ni piedad; embestía una y otra vez, implacable.
—¿Tanto esfuerzo solo para acostarte conmigo? ¿Ahora te haces la ofendida?
—Antes te cuidaba como a una hermana; creí que querías de verdad a Rodrigo. ¿No te da vergüenza? ¿Te enorgullece haber engañado a mi familia con

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