Capítulo 95
El tiempo apremiaba y Ramón no dejó pasar la oportunidad de seguir silencioso a Diego; era tarde, Silvia estaba claramente ebria, y le preocupaba si Diego se atrevía a aprovechar la situación.
Diego notó su presencia pero no hizo nada para detenerlo, permitiéndole seguirlo hasta el ascensor.
Ramón se paró justo junto a él, con una actitud vigilante.
Parecía advertirle que no intentara nada con Silvia.
Diego, por su parte, ni siquiera se molestó en mirarlo.
Pronto llegaron al piso 18.
Al ver a Diego, el guardia de seguridad en la entrada inclinó la cabeza como saludo, y a su lado, Francisco lo saludó: —Jefe Diego.
—¿Y Carlitos? —preguntó Diego.
—Carlitos está adentro leyendo. —Informó Francisco con precisión: —Ya cenó, pero ha estado preguntando constantemente por la señorita Silvia.
Diego gruñó un "mm" y procedió.
Ramón lo siguió muy de cerca.
—Ya no hay nada que hacer aquí para ustedes, dejen las llaves del auto y regresen. —Diego dio instrucciones precisas mientras sostenía a Silvia

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