Capítulo 16
Al instante, alguien le sujetó con fuerza la muñeca a Elena y, con un tirón autoritario, acortó la distancia entre ambos.
Ella ya estaba sentada sobre el regazo de Sergio, y al acercarse aún más, la delgada tela que los separaba apenas evitaba el contacto directo de piel con piel.
Ese gesto tan íntimo la hizo sentir algo incómoda, y de forma instintiva apoyó la mano contra el pecho de Sergio.
Sergio frunció ligeramente los labios en una linda sonrisa; su voz era baja, como si contuviera la rabia.
—Ah…tienes agallas... Te atreviste a rechazarme.
Elena encogió el cuello; aunque por dentro estaba aterrada, se mantuvo firme: —No es que te esté rechazando. Solo creo que el casarse no debería tomarse a la ligera, y el matrimonio es cosa de dos. No puedes obligarme, ¿cierto?
—Cierto. Nunca me ha gustado forzar a nadie. —Sergio sonrió mientras soltaba la mano de Elena, y de paso la empujó con suavidad restableciendo una distancia prudente.
Como si de una pareja cariñosa pasaran enseguida a una

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