Capítulo 31
—Nada.
Lourdes curvó levemente los labios y miró a su hija.
—Alicia, ¿puedes ir a descansar? Quiero hablar con Valeria, ¿sí, cariño?
—Está bien... —respondió, algo contrariada, pero obediente, y regresó a su habitación.
Cuando vio que se alejaba, Valeria alzó una ceja.
—Hoy estás actuando muy raro. ¿Quieres café?
—¿No te preocupa no poder dormir si tomas café tan tarde?
Aunque ella lo decía, igual aceptó la taza.
—Después de un día pesado, aunque me tomara un energizante, igual podría dormir.
Valeria se dejó caer en el sofá, imitando exageradamente el mugido de una vaca.
—Hoy... Fui a ver a Roberto.
Ella no pudo sonreír y fue directa al grano.
Valeria quedó algo confundida, al principio no percibió el significado oculto tras esas palabras.
—¿No debería ser algo bueno?
Después de todo, en el corazón de Lourdes aún quedaba algo de ese hombre.
—Hoy supe que él fue quien planeó todo para llevar a mi papá a la muerte. Él estuvo detrás desde el principio.
Ella bebió un sorbo de café, habland

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