Capítulo 151 Tremenda amenaza

Isabel no tuvo más remedio que entregarle la fruta a la empleada y luego caminar despacito hasta sentarse en el sofá junto a Manuel. —Mamá, tenemos empleados en casa y no les pides que te ayunden en nada. Te la pasas ocupada todo el día sin parar, ¿no te cansas? Preguntó Ricardo desconcertado. No comprendía por qué su madre se empeñaba en hacer todo ella misma, despreciando una vida de comodidad y eligiendo, en cambio, hacer el trabajo del personal doméstico. Isabel escuchó la voz incomprensiva de su amado hijo, sonrio y respondió: —En casa no hay mucho que hacer... y si no hago nada, igual el tiempo pasa. —Podrías hacer como las otras señoras de sociedad: irte a hacer tratamientos de belleza, tomar café... sería mucho mejor, ¿no lo crees? Una leve tristeza cruzó por los ojos de Isabel, y las manos que tenía apoyadas sobre sus piernas se tensaron un poco. —A tu mamá no le gustan ese tipo de cosas. Está bien en casa, esto es lo que le gusta hacer. Tienes que respetarla. Sal un momento,