Capítulo 46
En la oficina de disciplina.
Allí estaban el director académico, Gonzalo, y el rector, Fernando.
Fernando mantenía una actitud cordial y serena, pero Gonzalo tenía el rostro sombrío.
Recordaba que, en la última elección de estudiantes destacados, los finalistas fuimos solo dos, yo y la hija de Gonzalo.
Aquella vez gané yo, y desde entonces él pareció guardarme cierto rencor.
Tras saludar a ambos, Fernando me indicó con una sonrisa: —Siéntate.
Me acomodé en la silla y él continuó: —Como habrás visto, el asunto está circulando por todas partes. Queremos escuchar tu versión de lo ocurrido.
Su tono era correcto, así que respondí con calma: —Siento mucho que esto haya causado tantos problemas a la universidad, pero lo ocurrido con Ramón no fue como se muestra en internet.
Fernando asintió levemente: —Entonces, por favor, cuéntanos qué pasó realmente.
Relaté todo lo sucedido. A medida que hablaba, el ceño de Fernando se iba frunciendo: —Ese Ramón parecía un chico sensato. ¿Cómo pudo hacer al

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